jueves, 13 de septiembre de 2007

así en la escena como en la vida

¿por qué me es tan embriagante la escena?, ¿por qué trastoca lo más profundo de mi ser?...

El pasado martes volví a “vivir la escena”, la experiencia es tan embriagante que modifica mi vida entera, pues se llena de ella devolviendo generosa los favores recibidos. Es la unión del ser y el estar, es el grado máximo de conciencia que como ser humano he tenido.

¿Y como no serlo?, si la escena es un concentrado de vida, en una hora se concentran 31 años y a la vez desaparecen para permitirme ese efímero estado de gracia; todo está ahí: sociedad, comunión, comunicación, sentimientos, caídas, dolor, atención; volviéndose un “estar único para un ser único”.

La escena me hace sentir en su plenitud el ser humano que soy, me hace reconocer y tomar conciencia de mis sensaciones, dolores, gustos, necesidades, atenciones; me hace poner en juego mis emociones al servicio de una ficción que es en sí la vida misma; al servicio de unos personajes que son en sí la sociedad misma… más seres humanos… mis semejantes.

¿Y como no serlo?, si es estar enamorado y desolado en cuestión de un cambio de luces, estar solo y acompañado en cuestión de un par de trazos escénicos; es verme reflejado en los ojos de mi compañero, saber que estoy ahí por el y que el está ahí por mi y ambos presentes por algo o alguien más grande que confabula para que nosotros nos encontremos.

Ser conciente de que mi mirada, gesto, caricia o indiferencia cambian la vida de mi acompañante, que no es sino otro ser humano, que me hace vivir y me hace conocer la maravilla de la comunión entre los hombres.

Esos ojos propios y ajenos que me devoran, y en los que pudiera quedarme para en ellos morir, pero a su vez sintiendo la fuerza de algo que como actor conozco, pero no así como personaje que me lleva a moverme y tener que abandonarlos.

Otros ojos, los ojos de espectador que en silencio me acompaña y a su vez me comparte su vida, permitiéndose la libertad de ser tocado.

Y ¿cómo no luchar?, ¿cómo no perdonar?, ¿cómo no llorar?, ¿cómo no amar?, ¿cómo no orar?, ¿cómo no pensar?, ¿cómo no morir?, si… “así en la vida como en la escena”.

¡renuévense pues los votos realizados!...

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