domingo, 1 de marzo de 2009

de un ser social?... (identidad, parte 2)

¿Podemos tomar lo anterior para considerar al hombre como una ser social?, no solamente por genética –pues se cree que ya viene integrada esta característica en sus centros instintivo, emocional e intelectual- , sino como respuesta a un medio en el cual –un buen día- ya se encuentra inmerso, cumpliendo con una serie de roles específicos que de alguna u otra manera le fueron asignados y en donde tiene que relacionarse de una manera funcional con otros seres que a su vez cuentan con roles específicos.

¿En que momento comenzamos a relacionarnos con otros seres?, ¿Cómo impactan las relaciones anteriores a las subsecuentes?, ¿Cual de la información generada por las relaciones se queda almacenada de manera consciente?, ¿cual de manera inconsciente? ó finalmente ¿cuál se vuelve conocimiento?.

Al no prestar atención en la historia de nuestras relaciones y del como fueron asimiladas dichas experiencias en su momento, ¿no seremos acaso más propensos o vulnerables a tener actitudes y características incomprensibles a la razón?, ¿podría ser lo anterior causa de una incongruencia generalizada del ser humano entre la interpretación racional que da a sus sentimientos y la manifestación de los mismos a través de sus emociones?. En relación a las preguntas anteriores se pueden encontrar centenares de tesis, estudios y posturas que buscan dar una respuesta racional –y funcional para la vida diaria del ser humano- no solamente a estas interrogantes, sino a muchas otras que se derivan del comportamiento social del hombre.


“¿Qué es la vida para la persona promedio?” [1]

Se pregunta Eva Pierrakos en su libro “Del miedo al amor” responde “(…) relaciones humanas precarias y por ende causa de insatisfacción pues necesitamos unirnos con el otro”. Pero generalmente, ¿qué sucede?... la manera en como nos relacionamos nos angustia, lastima, ofende y lleva a la constante decisión de continuar o no.

La misma autora toma como tesis que “La historia de las relaciones de cualquier persona nos revela el paisaje interno de su ser” [2]
y de inicio podríamos tomar dicha postura como válida para continuar; de manera que el ser humano al estar conformado por los centros instintivo, motriz, sexual, emocional e intelectual, así como la calidad de cohesión entre ellos forman el tipo de ser humano que se es y en función del grado de auto-conocimiento que tenga el individuo de la naturaleza y manera de operar de cada una de sus partes, es que podrá mejorar sus interrelaciones con el medio social que lo rodea.
.
(continua parte 3...)
.
[1] PIERRAKOS, Eva y SALY Judith. “Del miedo al amor”, Editorial Pax México, México. 1993. 306 páginas. Pag. XI
[2] Ibid. Pag. 9

martes, 3 de febrero de 2009

voluntad consciente?... (identidad, parte 1)

“La voluntad consciente, ejercida para realización de objetivos específicos y comprensibles, es suficientemente fuerte para traer el conflicto a un punto de crisis.” [1]

¿Cuenta el ser humano con una voluntad consciente de manera inherente?, ó ¿debe de trabajar para obtenerla?, en caso de tener que trabajar, ¿cuáles son los caminos para llegar a ella?, ¿es un trabajo duro?, ó simplemente se da. ¿Es un trabajo interno o externo?.

Presuponiendo su existencia, ¿cómo influye esta voluntad en las relaciones del ser humano?. Relaciones de seres conscientes con consientes, de seres inconscientes con inconscientes y las derivadas del cruzar los opuestos. Opuestos como grados absolutos de la dicotomía tesis-antítesis, pero ¿cuántos grados encontramos entre uno y otro?.

Encuéntrese pues el fenómeno de un choque de intereses –para no llamarlo voluntad, pues podemos dudar de ella- de dos o más seres humanos en una relación derivada de y en una estructura, ¿cómo se resuelve dicho choque?, ¿cuáles son los procesos mentales y mecanismos que intervienen en la resolución de la situación?, a saber...

Se encuentran en el medio inmediato decenas de seres humanos; quizá cientos, si se amplia el campo de observación a nivel de las instituciones de contacto frecuente; llegando a miles en los sectores eventuales; de seguir ampliando el especto aumentarían exponencialmente la cifra de personas que pueden mencionarse como parte de las estructuras en las que el ser humano se desenvuelve diariamente.

Derivado de la concurrencia de los seres humanos en el tiempo-espacio y en función de los objetivos e intereses que son el motor de las actividades que este lleva a cabo, se dan como resultado una serie de relaciones, que pueden pertenecer al ámbito académico, laboral, afectivo, deportivo, espiritual, por mencionar solo algunos.

¿Podría un ser humano sobrevivir en el aislamiento, sin contacto alguno con similares?; considérese para responder la pregunta anterior un modelo hipotético en el cual el ser humano podría tener cualquier edad; ya sea el recién nacido, que nunca haya tenido contacto con otros seres, mas que el presentado por el cordón umbilical hacia su madre; o quizá aquel hombre desarrollado en sus capacidades físicas e intelectuales para ser aislado en alguna tierra lejana y solitaria donde no le faltara nada para satisfacer sus necesidades primarias y con las condiciones ambientales adecuadas para el desarrollo biológico.

¿Acaso necesitamos unirnos con el “otro”?, ¿no solo físicamente, sino también emocional y espiritualmente?, ¿se podría presuponer entoneces que este anhelo está inscrito por nuestro código genético?.

¿Podemos tomar lo anterior para considerar al hombre como una ser social?, no solamente por genética –pues se cree que ya viene integrada esta característica en sus centros instintivo, emocional e intelectual- , sino como respuesta a un medio en el cual –un buen día- ya se encuentra inmerso, cumpliendo con una serie de roles específicos que de alguna u otra manera le fueron asignados y en donde tiene que relacionarse de una manera funcional con otros seres que a su vez cuentan con roles específicos.

(continua parte 2...)

[1] LAWSON, John Howard. “Teoría y técnica de la dramaturgia.” Editorial Arte y Literatura, La Habana, Cuba, 1976. 461 páginas, Pág. 278.

jueves, 1 de enero de 2009

en la noche cuando no sueño...

espectáculo infantil de teatro físico
¿Te gusta la noche?
¿Cuándo cierras tus ojos a donde se va lo que piensas?,
lo que ves,
lo que sientes...
¿Las ideas se vuelven sueños? ó ¿de que están hechos los sueños?
¿Cuándo duermes sueñas?...
¡Si!, me abrazo a mi almohada
¡Es verdad!, las almohadas están hechas de sueños ¡Sean Ustedes bienvenidos a la noche!
… A la noche!
… A la noche!

dirección: alicia sánchez
compañia: asyc, el teatro de movimiento
funciones: julio de 2009
lugar: teatro de la danza, centro cultural del bosque. méxico df